En un mundo cada vez más marcado por la rutina y el sedentarismo, es fundamental encontrar nuevas formas de conectar el aprendizaje con la vida real, con lo cercano, con aquello que muchas veces pasa desapercibido pese a estar justo frente a nosotros. Por eso, desde nuestro clase de LOS COMPINCHES DE JAVIER, seguimos apostando por un modelo educativo que va más allá de los muros del aula: que anima a salir, observar, descubrir y compartir. Y lo hacemos a través de retos semanales que se convierten, en muchos casos, en pequeñas aventuras familiares.
Estos retos se proponen con una doble intención: por un lado, motivar al alumnado a que se esfuerce durante la semana —algunos se ofrecen como "premio" a quienes han trabajado con actitud positiva y compromiso—; por otro, dar la opción de participar de forma voluntaria a quienes quieran aprender fuera de los libros. Porque la educación también tiene que suceder en parques, plazas, calles y conversaciones.
El reto de esta semana tiene mucho que ver con la identidad cultural de nuestra ciudad. Pocos alumnos, sorprendentemente, saben quiénes son los patrones de Logroño: San Bernabé y la Virgen de la Esperanza. Tampoco conocen dónde se encuentran las figuras que los representan o por qué son importantes. Por eso, les hemos propuesto una misión especial: indagar sobre ellos, localizarlos, aprender su historia... y, si es posible, tomarse una fotografía junto a sus imágenes o en el arco de fiestas de San Bernabé, todo bajo la supervisión de sus familias.
Este tipo de actividades tienen un valor educativo incalculable. Primero, porque fomentan la curiosidad, la autonomía y la investigación. Segundo, porque reafirman el vínculo con nuestra ciudad, nuestra historia y nuestras tradiciones. Y tercero, porque implican a las familias, que pasan de ser meros observadores a formar parte activa del proceso. Son ellas quienes ayudan a buscar, acompañan, orientan... y controlan qué imágenes se toman, garantizando así un uso responsable y seguro de la tecnología.
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En definitiva, aprender no tiene por qué ser sinónimo de estar sentados cinco días a la semana frente a una pizarra. Aprender también es callejear buscando una estatua, preguntar a los abuelos qué saben de San Bernabé, descubrir una capilla escondida o comprender por qué el 11 de junio no es un día cualquiera en Logroño. Estos pequeños gestos, estas pequeñas indagaciones, nos ayudan a construir una ciudadanía activa, curiosa y crítica. Y, sobre todo, nos recuerdan que la escuela también está fuera de la escuela.
VEAMOS QUIÉNES HAN ACEPTADO EL RETO:
A veces lo más cercano es lo más desconocido. Preguntamos en clase quiénes son los patrones de Logroño y, para sorpresa de muchos, la mayoría de los alumnos no supo responder. Algunos habían oído hablar de San Bernabé por las fiestas, otros confundían nombres o no sabían por qué tenemos una estatua o una calle con ese nombre. Y de la Virgen de la Esperanza, apenas unas menciones vagas. Sin embargo, estos dos nombres, San Bernabé y la Virgen de la Esperanza, forman parte de nuestra identidad como logroñeses.
Por eso, esta semana lanzamos un reto muy especial: investigar quiénes son nuestros patrones, dónde se encuentran sus imágenes, por qué se les honra y qué significado tienen para nuestra ciudad. Una propuesta sencilla pero poderosa: mirar nuestra ciudad con otros ojos, los del descubrimiento.
San Bernabé es el patrón principal de Logroño. Cada 11 de junio celebramos su festividad, recordando la resistencia heroica de la ciudad ante el asedio francés en 1521. La historia cuenta que los logroñeses, encerrados tras las murallas, resistieron durante días comiendo peces del Ebro y pan, y que se encomendaron a San Bernabé, al que desde entonces veneran como protector. De ahí la tradicional entrega de pan, pez y vino durante las fiestas. ¿Dónde podemos encontrar su figura? En la iglesia de San Bartolomé, en estatuas del centro histórico o bajo el arco de San Bernabé, que se adorna cada mes de junio para las celebraciones.
La Virgen de la Esperanza, por su parte, es la patrona de la ciudad. Su imagen se custodia en la iglesia de Santiago. Es un símbolo de fe y protección para muchos logroñeses, especialmente en los momentos difíciles. Se la representa con el Niño Jesús en brazos y una expresión serena y maternal. Aunque su festividad se celebra el 18 de diciembre, su presencia se mantiene viva todo el año.
Este tipo de conocimiento no solo es cultura general, es también un acto de conexión con nuestras raíces. Por eso el reto de esta semana va más allá de un trabajo escolar: se trata de salir con la familia, buscar estas imágenes, hacerse una foto junto a ellas y, sobre todo, comprender quiénes son y por qué están ahí. Las familias, como siempre, juegan un papel esencial: supervisan las salidas, orientan, ayudan a tomar fotos y, en muchos casos, redescubren con sus hijos lugares o historias que también habían olvidado.
Así, poco a poco, construimos una educación viva, que une generaciones y que da sentido a lo que nos rodea. Porque conocer a San Bernabé y a la Virgen de la Esperanza no es solo saber de historia: es saber quiénes somos y por qué celebramos lo que celebramos.
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